Estimado lector,
La mayoría de la población piensa que la ingeniería es una ciencia exacta, una suerte de matemáticas aplicadas al cálculo de estructuras ajena a la incertidumbre de ciencias sociales como la economía. Nada más lejos de la realidad, es precisamente la gestión del riesgo lo que da sentido a que los ingenieros desarrollen su capacidad para resolver problemas concretos.
De manera análoga a la construcción de carteras de inversión, en ingeniería se define primero el riesgo fundamental al que nos podemos enfrentar en la vida (de una cartera o de una estructura). Seguramente has oído hablar del Crac del 29 y las nefastas consecuencias que ocasionó esa crisis deflacionaria, entre otras la consolidación del nazismo y la segunda guerra mundial.
Cualquier inversor inteligente teme enfrentarse a una crisis como esa. Para protegerse de ella el activo que mejor se desenvuelve en esas circunstancias tan adversas es la renta fija gubernamentales de máxima calidad y largo plazo. En ciertos periodos su rentabilidad será negativa, pero servirá como salvoconducto necesario para superar las críticas fases deflacionarias.
Rentabilidad Anual Bonos US Largo Plazo en $.
Podemos observar el excepcional comportamiento de estos bonos en las últimas crisis acontecidas. La crisis de las punto com en el año 2000, la crisis financiera del 2008 o la crisis del Covid de 2020.
De la ingeniería a los mercados.
En ingeniería cada estructura será inicialmente calculada en función del principal riesgo al que se verá expuesta. En un rascacielos, la fuerza del viento en su punto más alto o la exposición según su situación geográfica a fenómenos sísmicos, en un dique la máxima ola o en una presa la máxima avenida.
Inversores o ingenieros poco experimentados pueden tener la tentación de obviar otros riesgos en aras de incrementar el rendimiento o belleza de sus construcciones. Obviarlos no los hará desaparecer y nos expone a potenciales consecuencias desastrosas.
Una serie de accidentes ocurridos durante el siglo pasado en destacadas obras de ingeniería han dejado una huella imborrable en el inconsciente colectivo. Curiosamente, muchas de esta desgracias se produjeron cuando la ambición o prepotencia cegaron el sentido común y el rigor profesional, transformando récords del mundo en tragedias: El cimbreo del puente de Tacoma, el incendio del dirigible Hindenburg y por supuesto, el Titanic.
Menos conocido por el público general pero considerado como el gran Crac Ingenieril es el incidente de la presa bóveda de Vajont (Italia), que costó la vida a más de 2000 personas en la madrugada del 9 de octubre de 1963.
Superposición de la presa en el desfiladero y presa ya construida. Fuente: 2pe.biz
Una ola gigantesca proveniente del embalse arrasó pueblos enteros. Sin embargo, la presa aún permanece intacta hoy en día. ¿Qué había sucedido?
Parte de la ladera de uno de los montes deslizó cayendo sobre el vaso del embalse provocando una ola de tal tamaño que saltó por encima de la coronación de la presa y arrastró todo lo que encontró en su camino, incluidos los pueblos situados aguas abajo de la estructura.
Los ingenieros eran conocedores de las grietas en la montaña pero no predijeron la magnitud del evento, de hecho, la mayoría murió grabando el desprendimiento desde lo alto de la estructura. Olvidaron que la presa no era lo único que podía fallarles.
Longarone, uno de los muchos pueblos arrasados, antes y después del accidente. Fuente: 2pe.biz
De vuelta a la inversión la mayoría de inversores, bien protegidos frente a crisis deflacionarias, no lo están tanto para periodos inflacionarios. Sin embargo, los que vivieron la década de los 70 (o quienes sufrieron hiperinflaciones locales más recientes) son conscientes de las terribles consecuencias de no hacerlo. El oro, que es un activo denostado por muchos, desempeña un magnífico papel cuando la inflación se dispara.
Una combinación de oro y bonos a largo plazo nos protegería de las principales crisis, a costa de reducir nuestra exposición a crecimiento al no incluir el activo que más rentabilidad ofrece en este escenario, la renta variable.
De forma similar, en ingeniería limitamos los costes de la estructura para poder rentabilizar a largo plazo la construcción. Mucha gente desconoce que la mayoría de las presas están calculadas para resistir la mayor avenida de los últimos 500 años. En ese equilibrio rentabilidad-riesgo es donde se encuentra la magia tanto de la ingeniería como de la inversión.
Una estrategia equilibrada poseerá activos que se desenvuelvan bien en los periodos de crisis y recojan la rentabilidad en los periodos de crecimiento. Una cartera equiponderada oro/bonos/renta variable puede ser un buen punto de partida para el desarrollo de una estructura robusta de inversión, con una rentabilidad y volatilidad que de forma casi sobrenatural convergen al mismo valor, 9,5%
Cartera Equiponderada en $. Fuente: PortfolioVisualizer
Gestión de Riesgos
Al igual que en ingeniería se aplican coeficientes de seguridad que nos cubren tanto de errores humanos como de la impredecibilidad de ciertos fenómenos, en inversión mantener un porcentaje de efectivo reducirá la volatilidad de la cartera y nos permitirá pasar tramos recesivos de restricción monetaria.
Las formas de resolver en ingeniería los dilemas que plantea la naturaleza son similares a las tácticas que podemos utilizar en nuestro acercamiento al mercado. Según los entornos una solución de presa de gravedad, presa bóveda o mixta puede dar una mejor respuesta a los empujes que recibirá nuestra estructura. De la misma manera que una estrategia Trend, Buy&Hold u otras alternativas aprovecharán de manera óptima las diferentes y sucesivas situaciones de mercado.
Los activos o materiales van evolucionando y se incorporan como nuevas herramientas en nuestras construcciones. Activos de reciente creación, como los bonos ligados a la inflación o las criptomonedas, forman parte de muchas de las carteras.
Con los nuevos materiales hay que ser siempre cautos, hasta que superen diferentes pruebas de stress. En los años 60 y 70 se puso de moda un nuevo tipo de cemento por sus fantásticas cualidades de endurecimiento rápido, años después muchas de las estructuras se derrumbaron o fueron derribadas por la perdida de resistencia del cemento aluminoso. Por supuesto, muchas otras innovaciones vinieron para quedarse.
Con los materiales y activos se aplica lo que se conoce como el efecto Lindy, se comportan al revés que los organismos vivos, de manera que envejecen al revés. Cuanto más tiempo persiste una tecnología, más tiempo es probable que sobreviva. De esta manera todavía podemos admirar sorprendentes obras de arte construidas hace siglos con madera y piedra.
Por último el ingeniero y el inversor comparten experimentar en sus propias carnes las consecuencias de sus decisiones, aplicable sobre todo a los ingenieros de antaño que en un gesto entre soberbio y descabellado se situaban debajo de su puente en la prueba de carga.
¡Gracias por tu tiempo!
Andrés
Palma de Mallorca, junio de 2021.
Andrés Bauzá (Madrid, 1968) es Ingeniero de Caminos de formación y cuenta con más de 20 años de experiencia como Director Comercial y Territorial en el Sector de la Prevención de Riesgos Laborales. En la actualidad vive semi retirado en Palma de Mallorca disfrutando de sus intereses; literatura, cine, psicología... e inversión. A fecha de publicación de esta artículo Andrés es partícipe de River Patrimonio y MyInvestor Cartera Permanente.
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